jueves, 4 de marzo de 2021

Ya tornan las golondrinas


Este jueves publicaba Enrique García-Máiquez una entrada en su blog en la que hacía referencia al regreso de las primeras golondrinas. La vuelta a casa de las aves (¿o es al revés y vuelven a casa cuando se van?) la advirtió él durante un paseo con su mujer hace pocos días. Enrique apunta cada año la fecha de avistamiento de las primeras golondrinas, que tras volver de sus cuarteles de invierno nos anticipan la llegada de la primavera, normalmente después de florecer los almendros y los prunos pero algo antes de desmelenarse el azahar. Mi abuelo también solía llevar la contabilidad de los vuelos de las golondrinas, y cuando la desmemoria se fue adueñando de sus recuerdos decidió empezar a hacer sus anotaciones en la pared, con letra muy grande y todo lujo de detalles, como intentando robarle espacio al tiempo. Sobre la pared blanca del zaguán, esa que con los años ha ido encalándose alrededor de sus palabras, iba apuntando cuántos ejemplares conformaban la bandada cada tarde, cuántos nidos iban apareciendo en la finca, e incluso cómo se relacionaban las golondrinas con el calendario de la cuaresma y del verano, las temporadas que solía pasar en el campo. Tal era su obsesión con las golondrinas que llegó a adaptar a su estilo la letra de una saeta antigua, tornándola en cuartelera: «El Viernes yo ser quisiera / manantera golondrina / que hasta tu rostro volara / y de tu frente divina / las espinas arrancara». Y no hubo nieto al que no enseñara los versos que Miguel Romero, el gran poeta de la Semana Santa de Puente Genil, dedicó al Domingo de Pasión: «Ya tornan las golondrinas / donde un hogar las espera / ya hay verdor en las colinas / fronda en las huertas vecinas / y efluvios de primavera». Supongo que, de alguna forma, las golondrinas estaban alrededor de todo lo que él amaba (su familia, su pueblo, su Nazareno), y quizás cuando notó que su memoria le iba abandonando encontró en ellas un último asidero al que aferrarse, un ancla que le mantuviera siempre en aguas conocidas. Mientras ellas volvieran puntuales cada año él podría volver a lo que siempre fue.  


***

«23-24 de julio 92: ya no duermen las crías en el nido (nº 3) pero sí pasan la noche en el marco de J.N. (Jesús Nazareno)».
«31 de julio noche (a las 21 horas) aparecen dos sobre el marco pero se marcharon (...). ADIÓS, ¡que seáis felices en el Senegal!».
«5 agosto - Quedan muestras en la era y bebiendo en la piscina».
«El 28 de octubre del 94, viernes, víspera del bautizo, vengo y al entrar encuentro destruidos dos de los cuatro nidos existentes (los dos más antiguos). Espero no ahuyente este triste suceso a las golondrinas y vuelvan el Jueves Lardero, y reconstruyan sus casas».
«Paso 15 días en el cortijo. Ha habido este año más golondrinas que nunca, están ocupando nidos ¡acumulados!, a pesar de la sequía».
«Hoy día 2, recién pasado S. Pedro, se han ido de los nidos. ¿Se habrán ido ya?».
«Volvió una pareja que ocupó el nido que quedó el 20 Feb 1995, antevíspera del Jueves Lardero 95».
«1996, año de las lluvias. Llegó la golondrina el dos de febrero, Candelaria».

*Hace unos meses, mi primo y mi tío repasaron las anotaciones, dándoles un mayor realce.


***

Ya tornan las golondrinas
donde un hogar las espera,
ya hay verdor en las colinas,
fronda en las huertas vecinas
y efluvios de primavera.

Ya en nuestras huertas hay flores,
entre las flores hay nidos,
y en los nidos ruiseñores
que deleitan los sentidos
con sus trinados amores.

Ya son las brisas templadas
los celajes transparentes
risueñas las alboradas
los días resplandecientes
y las noches perfumadas.

Ya en el Genil reverbera
el astro solar fecundo,
que en su sideral carrera
esplende su áurea bandera
por los ámbitos del mundo.

Ya lenta y plácidamente
la noche tiende su manto,
mientras en cuarto creciente
se oculta por occidente
la antorcha del Jueves Santo.

Y óyense vagos clamores
religiosos y profanos
de improvisados cantores,
que siguen tras los tambores 
de la Chusma y los Romanos.

Ya a los Santos tutelares
mil saetas populares
nuestro entusiasmo levanta
y nuestros limpios hogares 
huelen a Semana Santa.

Ya la cristiana canción
canta el pueblo con derroche
y nos dice el corazón
que llegó la hermosa noche
del Domingo de Pasión.

  Miguel Romero, Semana Santa en Puente Genil (1911)


No hay comentarios:

Publicar un comentario